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El Mítico Benfica | #25 | La odisea de Leverkusen
Boletín en español dedicado al Sport Lisboa e Benfica.
Foto: A Bola
15 de marzo de 1994. El día en que se escribió una de las mayores epopeyas de la historia del Benfica. Fue en la temporada 93/94, una de las más legendarias de nuestro club: no sólo sería la última antes de un período oscuro en la vida del Benfica - "Vietnam", como lo llaman los aficionados-, sino que también fue el escaparate de un equipo extraordinario. Fue una temporada llena de partidos emblemáticos, entre los que se destaca el 3-6 en Alvalade contra el Sporting (puedes escuchar el audiodocumental que dedicamos a ese partido), pero hubo otros igual de fantásticos. La carrera europea del Benfica acabaría en una semifinal de la Recopa contra el todopoderoso Parma de Brolin, Asprilla, Zola y Sensini; pero antes de llegar allí, el Benfica tuvo que eliminar a un equipo alemán que en Portugal era conocido por sus aspirinas, pero que era temible: el Bayer Leverkusen. Hay que tener en cuenta que el Benfica solía tener mala relación con los equipos alemanes y su forma de jugar: fría, despiadada y práctica. Pero aquella noche, en el estadio Ulrich-Haberland, el hielo alemán se derritió con una llama roja, viva e inmensa.
Foto: Mais Futebol
El partido de ida se saldó con empate a uno. Fue un partido difícil en el que quedó patente la fortaleza del Bayer. Aquel equipo contaba con jugadores como Ulf Kirsten, un delantero que al final de su carrera estuvo a punto de fichar por el Benfica; un tal Bernd Schuster que, incluso al final de su carrera, seguía jugando mucho; Andreas Thon, un centrocampista de banda con velocidad y técnica; y Paulo Sérgio, un brasileño fantástico que, para nuestra felicidad, empezó el partido de vuelta en el banquillo. Fue un partido extraordinario porque fue "à Benfica": es en los momentos más difíciles y contra rivales "imbatibles" cuando se ve la mística de nuestro club. Nuestro equipo tenía mucha calidad, pero la plantilla carecía de opciones, gracias en gran parte a la sangría que había sufrido el equipo el verano anterior: era un Benfica que mezclaba la experiencia de Paneira, William e Isaías con la juventud e irreverencia de João Pinto, Rui Costa y Abel Xavier (que habían ganado el Mundial sub-20 tres años antes).
Foto: Mais Futebol
La primera parte fue más táctica, con los equipos intentando comprender qué iba a hacer su rival. Pero con cierta naturalidad, el Bayer marcó el primer gol en el minuto 24 por Kirsten, un jugador que lucía las mismas piernas que Gerd Müller. El primer tiempo termina con ventaja del Bayer. En la segunda parte, el Benfica aparece más arriba y el equipo alemán aprovecha el espacio a la espalda de la defensa para marcar el segundo por Schuster, ex de Barcelona, Real y Atlético. Era el minuto 58 y la situación se complicaba. Pero la reacción fue inmediata. En el minuto siguiente, el Benfica marcó: Rui Costa recibió el balón cerca del área contraria y se la pasó a Abel Xavier (el patito feo del equipo), que marcó con un potente disparo. El Benfica recuperó el aliento y, en un saque de esquina a la izquierda, Rui Costa centró y João Pinto, que solía jugar muy bien de cabeza, ¡empató! En pocos minutos, volvíamos a estar en la eliminatoria.
Foto: A Bola
En aquel momento, el Benfica estaba mejor. El delantero ruso Yuran dio muchos problemas a la defensa alemana con su velocidad y potencia física. Era el mejor Benfica: creativo, dinámico y rápido. Los alemanes estaban en apuros. Así que fue natural que el Benfica, en un rápido contragolpe, marcara otro gol: Yuran ganó un balón en el centro del campo, se marchó en velocidad, pasó el balón a Rui Costa que hizo su tercera asistencia a Kulkov - un centrocampista ruso técnica y tácticamente dotado-, que marcó el tercero. Se podría pensar que se había acabado la eliminatoria, pero no. Los alemanes, con su característica competitividad, marcarían dos goles más: Kirsten, en el minuto 80, y Hapal, en el 82, volverían a darle ventaja al Bayer. 4-3. 6 goles en media hora. ¡Un partido loco! Pero faltaría un gol más que decidiría la eliminatoria. Todavía había alma en aquel Benfica. ¡En los últimos momentos, João Pinto supera a dos alemanes, aísla a Kulkov en el borde del área y el ruso restablece la igualdad! 4 a 4. Fue la locura entre los miles de aficionados del Benfica que estaban en el estadio: algunos de Portugal y otros que vivían en Alemania. Nunca un empate se había parecido tanto a una victoria.
30 años después, este es un partido que forma parte del imaginario de nuestro club. La equipación blanca, la transmisión de la televisión alemana con su super slowmotion, los comentarios con sonido de llamada telefónica, las celebraciones en las gradas... Todos elementos míticos de una noche que quedaría inmortal. En el Benfica nada es imposible.